Adaptarse o morir: Siete llaves para la formación anticrisis

No sabemos si va a ir a más, pero todos hemos empezado a notar sus efectos. La crisis nos empuja y nos obliga a esforzarnos, a ser proactivos. No cabe duda que para sobrevivir, las empresas deberán crecer en eficiencia y aportar valor a sus clientes. Formar rápida y adecuadamente a nuestros empleados es un factor clave que requiere un posicionamiento nuevo. Aquí van siete ideas a tener en cuenta.

¿Cómo sabe un director de formación si su plan es eficiente y aporta valor añadido? ¿Lo aprobará su director general? Depende de si es eficiente, de si aporta valor a la empresa. En la mayoría de organizaciones creamos valor con el aumento de ventas, la reducción de costes y la mejora de la eficiencia.

La primera llave consiste pues, en identificar las palancas de valor que inciden en nuestra empresa. Realizando un análisis de valor (mediante un análisis de árbol de valor), podemos llegar a las palancas de formación que pueden mejorar el valor. Formar a un equipo de ventas en un nicho de producto que resulte atractivo en época de crisis es una de las intervenciones más eficaces que podemos hacer. Por ejemplo, el sector financiero, algunas de las palancas más barajadas actualmente son, la captación de nuevos clientes, la mejora del "win ratio" de nuestros comerciales, el aumento de la venta cruzada, la detección y la gestión de la morosidad, y la retención de los mejores profesionales.

Una vez identificadas las palancas que desde la formación nos permiten aportar valor, lo que obtendremos, probablemente, será un conjunto de gaps de formación de contenidos y destinatarios diversos. Nada de café para todos: formación segmentada, de rápida difusión, corta, de aplicación directa y con bajo presupuesto. La formación segmentada es la segunda llave.

La tercera llave es el llamado aprendizaje informal.¿Estamos aprovechando el conocimiento de nuestros mejores profesionales? El conocimiento no debe limitarse a la figura del tutor o profesor; debe extenderse hacia la experiencia y conocimiento del resto de participantes en la formación, los profesionales que viven el día a día del negocio. Dicho modelo debe orientarse a la resolución de los problemas cotidianos que tienen los empleados, nada academicista. Práctico y sencillo.

Para que el conocimiento llegue a todos los empleados de forma ágil y efectiva, la formación deberá ser editada en diferentes formatos. Por ejemplo: un asesor comercial desplazado agradecerá recibir formación mediante Mobile learnig (píldoras formativas a través del teléfono móvil) en lugar de tener que leer un documento extenso o realizar una formación a través de Internet. La difusión multiformato y multicanal es la cuarta llave.

Y esta nos lleva a la quinta: debemos disponer de una plataforma de formación que nos permita la edición en múltiples formatos y la difusión por diferentes canales. Que se adapte a nuestra forma de trabajar y no a la inversa. Que nos permita gestionar toda la formación y hacer una evaluación continua de nuestros empleados y que sea compatible con otras herramientas de gestión empresarial.

La incorporación de las TIC  y del aprendizaje informal a nuestro modelo formativo puede suponer un riesgo. Por ello, deberemos adoptar un modelo formativo probado. Un modelo blended de eficacia demostrada que combina un 30% de formación presencial con un 40% de formación e-learning y un 30% de aprendizaje informal, mediante comunidades de prácticas. La elección y paulatina incorporación de un modelo pedagógico probado, que se adapte a las TIC es la sexta llave.

La séptima llave es la actitud. Nuestra actitud frente a la situación actual deberá ser, más que nunca, proactiva, positiva. Debemos dar ejemplo a aquellos y aquellas que nos observan y esperan de nosotros una pauta para sobrellevar los cambios, para adaptar nuestra organización a la nueva realidad.